La estructura es importante. El haiku tiene que sentirse antes de pensarse, por eso es breve. Debe entrar por la vista como un paquete de estímulos que nos golpea. Normalmente se plasma en una sola estrofa de 5/7/5 sílabas (o moras). El verso central suele contener el corazón del poema, es decir, el motivo o la causa del asombro. Es habitual encontrarnos una pausa (kire) que corta el poema en dos y que nos deja respirar antes de lanzarnos la imagen que asombró al haijin. La primera parte del poema nos ubica, nos da pistas sobre el contexto, la otra parte nos presenta el suceso tal cual fue. Pero la madurez consiste en incumplir las normas que pueden incumplirse. En ocasiones el poeta no se ajusta a los cánones tradicionales y eso es bueno porque nos permite crecer, ir más allá de las formas; sentir que, de fondo, nos llega ese aroma a haiku tan característico: