El único que se parecía a él, Giovanni, no estaba allí. Cada dos años le enviaba saludos desde Londres. Ya no tenía nada que ver con el carbón y comerciaba con brillantes. Después de muerta Stella, llegó dirigida a ella una breve carta y luego un paquetito con un brazalete. Éste sí. También él había «cortejado a la muerte», más bien con el abandono de todo había organizado para sí ese poco de muerte que es posible tener sin dejar de vivir.El Gatopardo Giuseppe Tomasi di Lampedusa