Marina intenta recordar. Ella conoce la sensación de ausencia. Llegó tarde a la muerte aquel día en la ciudad, cuando salió del insti temprano hacia la casa del abuelo. Nadie le estaba esperando. Encontró su esquela pegada en la puerta y negoció con el mundo para dudar de todo. No debe ser fácil morir tras el verano. Es tan azul el mar. Se supone que la vida sigue; después de que los montes y las playas hayan quedado sin viveza, la rueda gris te envía de nuevo a la fábrica. No hay razón para volver a los tonos rojizos de los atardeceres, ya no hay para ti, algo se ha perdido. Pero negó la muerte, decidió que no había pasado, que hubo algún error, que ella no tenía que haber sabido... que eso no era... en fin, no sé; el abuelo ¿Cómo serı́a volver a oír al abuelo?